Las veo como canarios. Canarios enjaulados.
Con su semillero y su agua, con su hamaca de alambre. Son chirridos, sofocados
cantares. Es que ellas huelen a muerte recién hecha. Eso es. No hay vuelta.
Por más que lo nieguen se autoestampan su fecha de caducidad. Versátilmente, se han dejado encantar por las
promesas vagas y compañía; todo en pos de salirse de sí mismas. Baratijas plenas,ya cansadas de la placidez corpórea
que se han convertido, supuran violentamente,incontrolablemente una parquedad monstruosa. Venas
henchidas de relentemente furiosa indiferencia que no se pueden excusar entre aquellos usos y estas costumbres. Trenzados de personas, donde los 3 hilos coaccionados son las dudas, el
miedo y la indiferencia.
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